"El Día Que Cayó El Gordo" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Como ustedes saben le llamábamos "El Gordo" al premio grande de la lotería que se jugaba todos los sábados en la tarde y este día de Abril de 1944, el Premio Gordo cayó en Carlos Rojas. Lo mejor de todo fué que cayó repartido entre varias familias, algunas con 2, 3, ó 4 pedacitos del "Gordo". Cada pedazo valía 1,000.00 pesos que en aquella época era una pequeña fortuna. El número premiado fué el 27393 y los 100 pedazos fueron vendidos en la bodega de Abundio Morales.
Algunos De Los Que Cogieron "El Gordo" Fueron:
· Marcelino (Chelo) Nodarse · Aurelio (Yeyo) González- Que entonces aprovechó para casarse con Angelita que a la postre estaba cosiendo en el taller de Antonio Domínguez guantes para la caña y todo el mundo a su alrededor le decía: “Angelita ahora si que te casas”.
· La familia de Josefita y Neneito Baró- Que vivían al lado de Nano Estabil fueron otros agraciados y aprovecharon para hacer su casita casi nueva.
· Pipo Herrera- Que entonces mandó a construir el edificio para el Cine.
"La Gran Inundación" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Ocurrió exáctamente el 6 de Junio de 1953, el mismo día que subía al trono en Inglaterra, la Reina Isabel. Había estado lloviendo sin parar por más de 3 días en casi toda la provincia de Matanzas. En algunos lugares la fuerza de las aguas desbordadas de los ríos partieron en 2 la carretera Central y Carlos Rojas quedó con todas sus calles inundadas. El río Cimarrones que serpentea por los alrededores del pueblo se desbordó, el antiguo puente de hierro que va hacia Jovellanos fué casi tapado por el río Cimarrones. Por suerte no hubo desgracias personales que lamentar y las perdidas materiales fueron pocas. Carlos Rojas permaneció incomunicada del resto de la República por más de 3 ó 4 días.
"El Gran Incendio" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Sucedió el 7 de Agosto de 1956 y hasta el presente no sabemos si comenzó en la bodega que entonces era de Patrocinio Morales o en la tienda de ropa de Jorge Chaluja que quedaba al lado. Lo cierto es que el incendio fuen tan rápido y devastador que por poco consume toda la manzana de casas y edificios que comenzaba al costado de la calle Máximo Gómez (Lagunillas) desde la Jefatura de Policía y terminaba dando la vuelta por la calle Martí en la Estación de Correos. Fueron pasto de las llamas: El Juzgado Municipal (que estaba al lado de la Jefatura de Policía); la bodega de Patrocinio Morales, la tienda de Jorge Chaluja, la casa de Patrocinio y se logró atajar la candela en la casa de García el Secretario del Juzgado (La Casa Del Que Les Escribe).
El pueblo se lanzó y nos sacó todos los muebles y pertenencias y los puso enfrente en el parque y por cierto no se perdió ni un alfiler. Recuerdo a Pancho el hijo de Ireneo García, no sólo demostró su tremenda fortaleza sino también su corazón de oro. Pancho sin reparar en el peligro y con su gran fortaleza rompió una verja de hierro que tenía la puerta lateral de la sala de nuestra casa y por ahí sacaron los muebles y demás pertenencias.
Evarista, nuestra cocinera al enterarse en su casa de lo ocurrido, pues ya se había marchado esa noche, llegó llorando al lugar de los hechos creyendo que mi familia y yo habíamos sido víctimas del fuego, en fin fué una noche de muchas y grandes emociones. Recuerdo que todos los carros bombas de la provincia de Matanzas acudieron y el que en verdad atajó la candela fué un señor elegantemente vestido de traje y corbata que era el que dirigía la bomba de incendios de Palo Seco. Resultó que este señor iba para un bailed cuando le avisaron y sin tiempo para cambiarse y en cumplimiento de su deber, salió disparado para Carlos Rojas en su camión.
"Mis Primeras Vivencias" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Llegué a Carlos Rojas cuando apenas era una niño: Diciembre 1ro de 1940 a vivir con mis tíos José García y Armanda Curbelo (ellos casi recién casados el día 1ro de Septiembre de 1939), 23 esplendorosos y felices años de mi vida.
Mi tío de grata recordación no sólo para mi, sino para todos los vecinos carlosrrojenses que lo conocieron y trataron. Mi tío se había llevado por oposición la plaza vacante de Secretario del Juzgado Municipal. Tío era prácticamente después del Alcalde, (que era a la sazón Filiberto Carbot), la primera autoridad municipal pues el Juez o los jueces de plantilla que pasaron por dicho pueblo nunca quisieron vivir en Carlos Rojas y claro por eso mi Tío García tenía que hacer el mismo todos los trámites legales y resolver todos los problemas que ser presentaran; desde mandar a prender a cualquier sospechoso de un delito hasta sacar de la carcel a muchos presuntos inocentes. Cuantos hubieron que cometieron pequeños deslices, hasta infracciones de tránsito y Tío los sacó y los perdonó.
Pero bueno, déjenme contarles como era Carlos Rojas en esa época de 1940. Lo primero que uno veía del pueblo viniendo por la carretera de Jovellanos, era a mano izquierda el Matadero, recordamos a los matarifes Chacho Ortiz y el negrito Caridad.
Caridad tenía una forma muy peculiar de matar las reses (bastantes veces fuí con él y con Chacho montado en el carro de la carne hasta el matadero para ver con curiosidad infantil como era que sacrificaban las reses que ibamos a tener como plato de mesas ese día). Si era una vaca la que iba a ser sacrificada, Caridad la ordeñaba allí mismo y después de beberse casi un cubo de leche de la vaca, se montaba encima de dicha vaca y le metía tremenda puñalada por los pliegues entre la cabeza y el lomo con una serenidad pasmosa. Cuando la pobre vaca caía media moribunda entre él y Chacho, la acababan de rematar y oiganme la descuartizaban en menos de una hora.
Más adelante, cruzando la calle a banda izquierda tambien, teníamos el Cementerio Municipal con su enterrador Remedios Delgado (la gente le decía Remedios, pues le ponía remedio a todos tus males), en el 90% de entierros Remedios estaba tomado, pero no obstante hacía su labor bien. Un gracioso dijo una vez que en esa calle entre el Matadero y el Cementerio debía llamarse Calle Ocho (Por aquello de que 8 es muerto en la charada).
Después, frente al Cementerio por la derecha teníamos nuestro campo de portivo Laurentino Bretos, llamado así por ser este propietario de las tierras donde se encotraba. Al adentrarnos en el pueblo siguiendo por la calle Máximo Gómez y en la esquina que forman esta calle con la que va hacía la estación de ferrocarril, donde estuvo de Jefe de Estación por muchos años el inolvidable amigo Carlos Rodríguez. Pues bien en esta intersección de Máximo Gómez y la calle de la línea (Calixto García) estaba a la derecha una de las casonas más antiguas del pueblo propiedad de la Dra. Flor de Bango, más conocida por Monina (Esta casona fue demolida y en su terreno se encuentra hoy día una cancha de basketball).
Opuesta a la casa de Monina, otra antigua casona de casi media cuadra de largo: El Círculo del Partido Demócrata que después fué ocupada por la familia Rojas. Angular a esto en otra esquina se encontraba una enorme casona de madera habitada por 2 familias numerosas la de Alberto Noda y su esposa Belén, padres de mis amigos Mamacho, Migue y Mañengo. La otra familia era la de Salustiano Fundora con su gran prole de hijos. Salustiano era barbero y yo pienso que tendría que estar pelando constantemente para poder mantener semejante prole. Por cierto, Salustiano cobraba muy barato, solámente 10¢ por el pelado aunque no tenía los aparatos modernos de otros barberos, decían sus clientes que daba cada tajazo que parecía que te estaba afeitando con el machete de Maceo y cuando se le acababa el agüita del spray, espezaba con salivita para que la navaja resbalara mejor. (Todas estas casonas que formaban una especie de “L” también fueron demolidas y en su lugar se encuentra el cine Ñancaguazu que se construyó en los años 70).
En la cuarta esquina comenzaba nuestro hermoso Parque con sus bien cuidados arbolitos y jardínes a cargo del mejor guardaparques que hubo siempre: Roberto Peñalver. En el centro el busto a nuestro apostol José Martí y cerca del busto una caseta de radio que todas las tardes nos deleitaba como a eso de las 5 de la tarde con los danzones de Antonio María Romeu.
Mi vida entera la viví frente al parque en Martí No. 32, mirando hacía el parque hacía la derecha de mi casa se encontraba la Estación de Correos y después de una callejoncito, la casona de la familia Blanco: Joseito Blanco y Celia Sánchez los cabeza de familia con sus hijos: Angel (Coco), Nena, Lila, Cuso, Celita y Martica. Después seguía, ya en la esquina la bodega de Julio el chino. Cruzando la calle, encontrabamos la Botica, regenteada entonces por Severino Santurtún y Fermin Cabrera como empleado que después a la muerte de Severino, pasó a ser administrador.
Frente a la Botica se construyó años después por iniciativa del Juez Hernández Llopiz la Sociedad Liceo gracias a las recaudaciones de exitosas Verbenas que se organizaron con ese fin. Volviendo de nuevo a mi casa, siguiendo la acera a la izquierda, estuvo el Juzgado Municipal, una tienda de ropa de Abundio Morales que después fué propiedad del libanés Jorge Chaluja y ya en la esquina la bodega de Abundio Morales con su cuerpo de dependientes entre los que recordamos a Yeyo González, Alfredo Nodarse, Felito Rodríguez y Nano Estabil en la oficina sacando los inventarios.
"A Caballo Encima Del Sargento Alemán" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Había anunciada una de esas películas de sólo para hombres (tipo porno) y el cine Aurora se encontraba esa noche alborotado. Me encontraba con Oscarito Domínguez en la parte de arriba (en muchos cines era el gallinero, en el Aurora era la preferencia), esperando que empezara la función.
Antes de comenzar la función estaban poniendo unos anuncios de vistas fijas, pero parece que uno de estos lo mantuvieron por mucho tiempo puesto y el celuloide con el calor del aparato de proyección comenzó a echar humo y a soltar chispas. En ese momento alguien gritó: ¡FUEGO! y cundió el pánico, todo el mundo quería salir al mismo tiempo con la consiguiente aglomeración de gente en las puertas y la escalera.
Oscarito, que siempre fué muy nervioso (en otra ocación en que se fué a chequear con el Dr. Iglesias, éste para ver como tenía los reflejos, comenzó a darles unos golpecitos con ese martillito que usan los médicos y Orcarito cuando le dió en la rodilla, le soltó tremenda patada que tiró al Dr. Iglesias por el piso, el cual le dijo: “Mi amigo tiene usted los nervios disparados”), pues bien Oscar al ver la imposibilidad de bajar por la escalera, no esperó y se lanzó por la baranda del cine hacia abajo cayendo encima de los hombros del Sargento Alemán, es ese entonces jefe del puesto de policía en el pueblo. Alemán era un individuo corpulento y como salía huyendo de la candela, no tuvo reparo en ello y siguió corriendo con Oscar a caballo sobre sus hombros y no paró hasta el parque.
"Cuanti Bica Matu" Por: Ramiro Curbelo Jr.
Antonio Trasancos, su esposa Etelvina e hijas (Dulce María –Popy- y Conchita) vivían al lado de Jorge Chaluja y su familia. El padre de Chaluja, un viejo libanés, tenía una huerta en el patio de la residencia, la que cuidaba con gran esmero, hasta que las gallinas de Etelvina comenzaron a brincar la cerca que dividía ambos patios y destruir la huerta orgullo del libanés, este se quejó a sus vecinos pero sin resultado ninguno. Cansado de esta situación un buen día, cuanta gallina atrapaba les retorcía el pescuezo y se las tiraba por la cerca a Etelvina. La bronca entre el libanés y Etelvina fué como para alquilar balcones. Fuimos testigos de estas y alcanzamos a oír lo siguiente que le gritaba Etelvina en esos momentos: “Satanás, moro maldito, no mereces ni poner un pie en la iglesia por lo que haces”. Este sin inmutarse le contestó en su mal español- “Cuanti binca matu” (Cuanta Gallina Brincara, La Mataba).
"Montoro" Por: Alfredo Torres
Un personaje inolvidable de mi pueblo. "Montoro" era un negro grande, alto y fuerte. En mi vista de niño lo recuerdo caminando por las calles de Carlos Rojas haciendo lo que apareciera, pero su principal oficio, era electricista, y su pasión era en especial los radios. Aquellos radios de bombillos eran su especialidad, y los armaba y desarmaba con destreza. Tenía metido en su cabeza averiguar cómo es que el sonido producido en la Habana, salía de aquella cajita tan chiquita. Siempre recuerdo el cuento de mi tío Bebo, que llegó del pueblo a la finca Herrera, donde vivían y le dijo a mi abuelo Manuel que era un guajiro bruto. Papá en el pueblo hay una caja que se oye lo que la gente hablan en la Habana. El viejo ni torpe ni perezoso, le bajo un avión por el tronco de la oreja, que lo dejó medio sordo, diciéndole, "Mira muchacho, no hay que estar creyendo todo lo que habla la gente".
"Montoro", callado, seguía pensando en su estación de radio. Trabajaba cambiando un bombillo, o un enrollado, las gentes le llevaban sus radios para repararlos. Un día, en todos los radios del pueblo empezó a oírse lo que hablaba "Montoro" en su casa. Toda una banda cercana a su cuadra, solo su voz en todos los radios. Unas De las frases que decia era: "si le duele la cabeza, no tome alkacerse ......, ¡¡cotesela!!." fue una conmoción. Cuenta la gente que le encantaba decir cosas de doble sentido, haciendo reír a algunos y escandalizando a otros. Al final, casi por casualidad, "Montoro" descubrió como utilizar una bocina como micrófono, y comenzó a transmitir. Todo termino tan rápido como comenzó dado lo ilegal de su emisora. "Montero" era tremendo inventor. No quiero ofender a nadie, pero cuando daba la hora decía: "La Una Con Dos Colgando", y esa fue una de las razones del naufragio de su emisora.